sábado, enero 20, 2007

CÓMO SE LLAMARIA ESTO, COMISARIO GIL RUBIALES

Para estos dos afamados periodistas, o chantajistas de la comunicación que es de lo que ejercen en realidad, resulta ser que es 'injusto' que alguno de los jóvenes que recientemente participó -o tuvieron que ver- con el lamentable accidente de tráfico, el atropello más grave de la historia de Tenerife, que tuvo lugar en las inmediaciones del Cabildo el pasado día 28 de octubre- haya dado, por poco tiempo, con sus huesos en el talego.

Al parecer, según estos dos, Farrukito no pisó la cárcel y no es justo que los chicos por ser hijos de quien son -según ellos- estén siendo tratados de esta manera por la Justicia. Y nosotros no entramos ni salimos en un asunto tan lamentable para todo el mundo, especialmente para los padres que intentaban cruzar la calle con su hija minusválida en silla de ruedas y que, a pesar de encontrarse en una zona urbana y sobre un paso de peatones, quedaron destrozados por uno de los coches que, según la mayoría de los testigos, participaba en una competición a esas horas (las nueve y media de la noche de un sábado), por un lugar tan céntrico de Santa Cruz con total impunidad.

Ahora bien, para nosotros existen varias cosas auténticamente tremendas en este asunto -independientemente de la tragedia humana de las únicas víctimas, que son los muertos y su familia-, que realmente asustan y avergüenzan a cualquier persona de bien. Por un lado la pelea y el follón que, según Andrés Chaves -la persona mejor informada en ese tipo de asuntos en Tenerife dada su amistad y relación directa y 'profunda' tanto con Miguel Zerolo como con José Segura- entre la Policía Nacional y la Policía Local de Santa Cruz, toda vez que esta última recibió instrucciones de que fueran ellos -y nadie más- los que realizasen el atestado y la investigación del accidente pese a que quien primero llegó fue la Policía Nacional que quiso intervenir por encontrar claros indicios de -al menos- tres homicidios involuntarios.

Siempre según Andrés Chaves, el asunto se 'solucionó' cuando el mismísimo comisario jefe, Gil Rubiales, llamó a sus agentes -de la Policía Nacional- para que se mandasen a mudar de allí y dejasen el tema en manos de la policía de Zerolo. Y a partir de ahí, asombrosamente, es cuando se ha armado un tinglado impresionante que nadie sabe en qué va a terminar. La portavoz de la policía de Santa Cruz realizaba declaraciones vergonazosas a los medio de comunicación el domingo 29 -a las pocas horas del siniestro- en las que pareciera que el matrimonio y su hija minusválida -en silla de ruedas- poco menos que se podrían haber saltado un semáforo en rojo para meterse delante de unos coches que realizaban una especie de carrera a altas velocidades por una vía urbana y muy transitada por peatones a esas horas.

El caso es que tanto no hizo falta la intervención o la colaboración de la Policía Nacional que han desaparecido casi todos los testigos del accidente, la gente que ayudó a las víctimas y transeúntes. Acompañantes de los implicados que viajaban en los coches tampoco aparecen por ningún sitio y según Radio Burgado pudieron desaparecer de la zona en un todoterreno. El pariente de Pilar Parejo -uno de los participantes en la carrera según los testigos- apareció 'voluntariamente' a declarar a los 12 días porque ninguna de las cámaras de seguridad del Ayuntamiento de Santa Cruz parece haber funcionado correctamente tampoco y el muchacho dice que llamó a su padre y 'al 911' y siguió la marcha sin intentar atender a la víctimas y sin declarar sobre lo sucedido pese haber esquivado a la víctimas milagosamente metiéndose en el carril contrario.

Y todo indica, según la vergonzante línea de defensa que lleva el prestigioso abogado que han contratado los responsables de estas tres muertes, que los familiares de los muertos terminarán teniendo que pagarles los daños en el vehículo y el disgusto al autor o autores del atropello, toda vez que mantienen no sólo que pudieron cruzar la calle con el semáforo en rojo (un matrimonio de 67 y 62 años de edad con su hija en silla de ruedas de 40), sino que -además y para asombro de todo el mundo- pudieron hacerlo por otro sitio que no era el paso de peatones, cuando para hacer eso hay que salvar un bordillo del carajo y posiblemente cruzar un jardín con una silla de ruedas.

El juez encargada del caso, ante el atestado que le presentó la Policía Local de Santa Cruz -que no había por donde cogerlo según parece por la gran cantidad de contradicciones- ha pedido un equipo de la Guardia Civil a Madrid para reconstruir los hechos y para intentar averiguar algo de la vedad de lo ocurrido. Demasiado tarde seguramente después de que han desaparecido todo tipo de pruebas y la mayoría de los testigos que nadie se ocupó de identificar, más atentos los agentes al parecer a las llamadas de móviles que recibían de todas partes.

Pero, sin embargo, lo más patético que uno tuvo que ver por esos días fue cómo el concejal responsable de tráfico del Ayuntamiento de Santa Cruz, don Hilario Rodríguez, manifestaba a Radio El Día el lunes por la mañana que no tenía ni idea de dónde se encontraba la capilla ardiente de las víctimas y que no había intentado contacto alguno con sus familiares. ¡Hay que ver si los muertos hubieran sido los de los ilustres apellidos! Pero el hombre ese fin de semana había estado muy ocupado, organizando perfectamente la manifestación del domingo convocada por su alcalde y trabajando porque el atestado de sus muchachos quedase los más bonito posible, sin apenas testigos y sin nada pero muy elegante.

Y es que, francamente, cuando parece evidente que dos coches -al menos- realizaban una carrera totalmente irresponsable y delictiva con el resultado de tres muertes inocentes, a muchos nos parece que la línea de defensa de los imputados intentando responsabilizar a la víctimas consistiría más bien en una indecencia apoyada por unas actuaciones policiales poco claras o dudosas. Y a muchos nos gustaría saber también -y alguien debería explicarlo- si nunca la policía municipal de Santa Cruz había identificado a estos individuos haciendo estas barbaridades, si habían sido multados anteriormente, si alguien había intervenido para que las denuncias no prosperasen o si -casualmente- fue la tarde noche del pasado 28 de octubre cuando estos jóvenes -familiares de senadores, de presidentes de Cabildo, de concejales de Santa Cruz y relacionados directamente con la presidencia del Gobierno de Canarias- tuvieron la ocurrencia de llevar a cabo semejante barbaridad.

Porque podría ser que alguien, en su afán por ayudar a los muchachos en ocasiones anteriores y por no darles un buen escarmiento a tiempo, haya contribuido -con la impunidad que aquí le da a la gente el ser familia o amigo de...- a que se metan en este follón que para quien único es del todo irreversible es para las víctimas: El matrimonio y su hija. Y no como intentan hacernos ver desde Radio Burgado, y otros medios de comunicación, donde pareciera que las víctimas de esta desgracia fueran los responsables del suceso o, como intenta la delirante línea de la defensa, culpabilizar a los muertos de ir dando un paseo por la calle cuando unos 'niños bien' decidieron por su cuenta y riesgo que la vía era sólo de ellos a fin de probar la velocidad punta de sus potentes vehículos. Lamentable pero real como la vida misma.

Pero es que algunos, al parecer, pretenden que esto sea ya del todo -y no sólo desde el punto de vista del pelotazo- su finca privada en todos los aspectos, con derecho de pernada y hasta licencia para matar, por lo que se ve. Y para Jorge Vargas y Andrés Chaves, que cada cinco minutos piden la cárcel para cualquier caco de poca monta simplemente por existir, es injusto que el pariente de Pilar Parejo y del nieto de Galván Bello hayan pisado el talego -visto y no visto- por llevarse por delante la vida de tres personas inocentes e indefensas. Les parecen insuficientes los privilegios de los poderosos y quieren más inmunidad y ahora también impunidad.

Manda huevos a Sandra!!!

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